Caracas sonó a polarización

La Alcaldía del Municipio Libertador de la ciudad de Caracas organizó el Festival Suena Caracas que logró reunir a 137 agrupaciones nacionales e internacionales durante 9 días. Lo que para unos fue un acto de derroche, para otros fue un espacio de esparcimiento sano y necesario para la ciudad y por allí comenzaron varias de las polémicas asociadas al festival, todas movidas por un mismo factor: la polarización; porque nada de lo que se haga o deje de hacer en el país está exento de pasar por ese filtro.

En plena organización del Festival, los simpatizantes del gobierno impulsaron en Twiter la etiqueta #NoAChinoEnElFestivalSuenaCaracas por considerar que el dúo no merecía estar en este espacio por pertenecer al sector opositor. Finalmente, estos artistas suspendieron su participación en el mismo.  De igual manera, el pasado sábado 29 de noviembre, en la presentación de la conocida banda venezolana “Desorden Público”, mientras su líder Horacio Blanco anunciaba una canción en cuya letra se critica la corrupción, Ávila TV sacaba del aire el concierto.  Tanto la supuesta censura como el coro de la canción (“Si nos van a seguir robando al menos cámbiennos los ladrones”) desató la polémica en las redes sociales. Por un lado, los opositores reivindicaron el valor de la banda por la astucia de tratar un tema incómodo para el gobierno, mientras que del lado chavista surgieron comentarios sectarios, criticando a los organizadores por haber incluido a grupos “de derecha” olvidando, por cierto,  la trayectoria y el espíritu crítico que esta banda ha mantenido con los distintos gobiernos de Venezuela.

Con el Festival “Suena Caracas” quedó en evidencia algo que es muy preocupante y que ya hemos visto en muchos otros conciertos y eventos culturales: todos los espacios están parcializados y polarizados. Los venezolanos interpretamos ciertas iniciativas culturales como parte de un sector político, en base a tres indicadores: 1) Quién organiza; 2) En dónde se realiza el evento (espacio geográfico) y 3) Qué tendencia política tienen los invitados (cantantes, artistas, ponentes, etc). Resulta inconcebible o sorprendente que un evento cultural tenga asistencia de personalidades con tendencias políticas distintas. Lo plural pasó a ser anormal e incómodo.

Incluso parece que muchos artistas se ven impelidos a definirse políticamente para poder ser  contratados por un sector. Otros, manifiestan abiertamente y por su propia voluntad, la  tendencia política a la que pertenecen por  las redes sociales o en actividades públicas, pero saben que esto les impone una etiqueta y los hace presa de simpatías que son sectarias. En muchos eventos que se organizan en la ciudad de Caracas –e intuyo que en otros estados del país también- la diversidad de personalidades  no es común. El intento del Festival “Suena Caracas” de ser plural e incluyente, de alguna forma fracasó y en ningún medio de comunicación se aplaudió la iniciativa, aunque modesta, de tener un Festival con grupos de diversas tendencias musicales y políticas. Se está recogiendo la siembra de muchos años de odio y sectarismo, el eco de la voz de unos liderazgos que se pusieron como tarea dividir y politizar todos los espacios de la vida nacional, en vez de propiciar lo contrario.

Me resisto a pensar que mucha gente aclama – así lo demuestran estos hechos en torno al Festival “Suena Caracas”-  división y exclusión porque eso es un indicador terrible de profunda fragmentación social y es un inmenso reto para quienes están tratando de impulsar iniciativas que fomenten la pluralidad y la convivencia. Hay que repetir infinitamente  que ningún espacio que deje por fuera a personas que piensan distinto puede considerarse plural, que desconocer aquello que es diferente nos conduce a una sociedad deshumanizada y frágil en sus vínculos y en sus posibilidades de avanzar, que la democracia como sistema de gobierno está estrechamente vinculada con  la coexistencia de diversas formas de pensamiento e ideas.

Hagamos que Caracas suene a diversidad, a respeto y a pluralidad. Pongamos en remojo el odio y las falsas barreras. Pongamos a sonar el reconocimiento.

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