Los venezolanos seguimos siendo solidarios

 

El bien y el mal

En muchas oportunidades se cree que la maldad abunda, la gente siente desconfianza de su entorno pues estamos en tiempos revoltosos. Sin embargo, hay algo muy cierto y que no tomamos en consideración, la maldad no es mayoría, el tema real es que por lo voluble que se muestra da la sensación de mayor magnitud.

En cambio, el bien camina sigiloso, en silencio pasa por cada esquina haciendo de las suyas sin hacer alarde alguno. Al bien lo conocemos en momentos difíciles y en muchas ocasiones lo reconocemos en la cara de quien menos esperábamos, claro, es el bien y se maneja de forma inesperada porque odia hacerse campaña así mismo, prefiere ser anónimo.

¿Realmente perdimos la capacidad de ayudar?

La sociedad venezolana está algo revoltosa por todo lo que vive, pero no creo que haya perdido la esencia. Prefiero pensar que anda un poco desorganizada, pero que seguimos siendo los mismos bonachones alegres de siempre.

Que cuando tenemos la oportunidad, ayudamos a otro sin importar que lo conozcamos desde hace un rato nada más. Que no todos estamos pendientes de hacer de nuestras propias penurias un negocio: Comprando Atamel y vendiéndolo por Internet, revendiendo boletos a costos insólitos a quien desea iniciar una vida fuera del país, haciendo contrabando con insumos de primera necesidad o cualquier otra actividad que nos perjudique a nosotros mismos, cuando realmente debemos unir esfuerzos para apoyarnos.

Estoy segura que entre nosotros hay muchos ciudadanos honestos con ganas de echarle una mano a sus semejantes.

Redes de ayuda

En tiempos de escasez, los venezolanos hemos demostrado apoyarnos de formas diversas:

En la oficina, una de las secretarias, tiene por costumbre pasar por el supermercado más cercano para saber si ha llegado uno de los productos más buscados. De inmediato llega a la oficina, alza el teléfono y empieza a marcar las extensiones de todos los compañeros que le han comentado que tienen una necesidad. Leydamar es nuestra heroína.

Por otra parte, están las chicas de la farmacia cercana a mi trabajo. Ellas saben que mi madre es bipolar y que me cuesta conseguir varios de sus medicamentos, por eso me llaman o mandan a decir con otro de mis compañeros que llegó alguna de las medicinas para mi mamá.

Incluso, una vez coloqué en Twitter que estaba desesperada buscando Litio para mi mamá, la sorpresa fue inmediata. La experta en redes sociales, Gaby Castellanos, que cuenta con más setenta mil seguidores, difundió mi mensaje para ayudarme a conseguir el medicamento, no conforme con eso,  me llamó a mi celular para darme el paradero del medicamento que buscaba.

Siempre veo en redes sociales, campañas para ayudar a conseguir donantes de sangre. Aunque en este caso la ayuda no es tan masiva, siempre hay gente dispuesta a ayudar.

Conclusión, hay mucha calidad humana en esta país.

También pasa que el alto costo de la vida ha hecho que se reduzca nuestro presupuesto para regalos, por lo que hemos apostado a hacer detalles. Esto ha llevado a que nuestros amigos y familiares den regalos peculiarmente útiles como café, leche, desodorante, jabón para lavar u otro de los productos que se escabulle fácilmente de los anaqueles. Y así, sin proponérselo nos ayudan de cierta forma.

De cualquier manera los venezolanos mantenemos el espíritu solidario de siempre, muy a pesar de las penurias, no mantenemos con el ánimo de ayudar a nuestros paisanos. Yo tengo fe en que es así, espero que este valor nacional sea parte de nuestro ADN y que se multiplique a lo largo de la historia.

Gala Gabriela

Publicista, ciclista urbana, turista de la vida y de mente soñadora.Las letras se convirtieron en la herramienta perfecta para exorcizar mis demonios y dar a conocer realidades cotidianas que pasan desapercibidas.

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