¿Por qué Excalibur movilizó más gente que Patrick Poopel?

El caso del perro Excalibur sacrificado gracias a una orden judicial de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, generó una movilización importante de personas en la capital española, que fue seguida desde muchos lugares del mundo a través de las redes sociales, donde se posicionó con mucha fuerza el HT #SalvemosaExcalibur. Además, una carta solicitando que el perro no fuera sacrificado sino aislado, recogió más de 400 mil firmas en un par de días. Cientos de personas se apostaron frente a la casa de Teresa Romero, la enfermera contagiada de ebola y su esposo Javier Limón, en atención al llamado que hizo este último para que lo ayudasen a salvar a su mascota.  A pesar de estos esfuerzos, el perro fue asesinado y en medio de un enfrentamiento entre los entes del Estado y manifestantes, algunos de estos  últimos resultaron heridos. Todo salió mal.

Una vez muerto el perro, no acaba la rabia

Por una parte, continúan los esfuerzos de las asociaciones de animalistas para pedir “justicia para Excalibur” ya que consideran que la decisión fue torpe y desconsiderada  con la mascota y su familia; y por otro, muchas personas han reprochado que un perro haya logrado una movilización antes que cualquier niño en África. Artículos, viñetas y comentarios en Twitter, han mostrado cómo ambos bandos se enfrentan a través de reproches que magnifican una situación con respecto a otra.  Leer los argumentos conduce irremediablemente a pensar que la lógica maniquea se ha apoderado de nuestras estructuras de análisis, al punto de que pareciera que ambas causas son excluyentes.

Quienes juzgan a los protectores de animales por no tener la misma actitud que tuvieron con Excalibur ante las muertes en África o dibujan viñetas de un niño pidiendo convertirse en perro para ser tomado en cuenta, pierden de vista que fue el mismo Javier Limón que solicitó apoyo a través de una carta en la difícil tarea de evitar que su perro fuese sacrificado. Desde su aislamiento en el Hospital Carlos III de Madrid y aprovechando el uso de redes sociales, Javier no sólo se negó a firmar la autorización para que sacrificaran a su perro sino que pidió a las asociaciones protectoras de animales que evitaran el sacrificio de su perro Excalibur. De allí parte la movilización, liderada por el partido animalista PACMA, que encontró apoyo en uno de los mayores expertos mundiales en el tema Eric Leroy, quien recomendó no matar el perro dado que el mismo podía ser observado y estudiado para profundizar estudios sobre el virus y su transmisión entre animales y personas. De hecho, las autoridades del estado de Dallas en Estados Unidos se han dispuesto a aislar al perro de la enfermera con ébola que fue diagnosticada días atrás en ese país, ratificando que la decisión de sacrificar a Excalibur fue errada. Esto ha develado la torpeza y el facilismo de la respuesta en España y de alguna manera le ha dado la razón a los activistas que se movilizaron el pasado 8 de octubre para impedir la muerte del can. Sólo se pedía en esa oportunidad que se le realizara un  examen para saber si efectivamente era un riesgo  para la comunidad de Madrid, petición que no fue considerada por las autoridades sanitarias españolas.

De Excalibur a Patrick

Nada de lo que se hizo por Excalibur impide que exista solidaridad con las miles de personas que en África hoy padecen una enfermedad que se propaga velozmente gracias a una mezcla explosiva entre una mutación del virus (que lo hace más letal), creencias mágico-religiosas, escasos recursos para ofrecer una respuesta contundente, servicios de salud precarios, personal de salud insuficiente y en general, una respuesta humanitaria que ha llegado con lentitud ante una enfermedad tremendamente contagiosa y veloz, cuya magnitud actual no estaba prevista por los epidemiólogos. Además quienes juzgan a los defensores de Excalibur, obvian el hecho de que mientras más cercano geográfica o referencialmente sea un caso, mayor será la aproximación y respuesta al mismo. Es decir, quienes viven en España y además tienen mascotas, tuvieron un nivel de empatía con Excalibur y su familia, superior a quienes están en otros países y no tienen mascotas, por  ejemplo. Y esto sucede por varias razones, dentro de las cuales existe una que puede ser clave: se entiende que este caso puede marcar un precedente importante que los puede afectar luego, lo cual amerita no sólo una movilización sino un rechazo contundente a la acción, tal y como ha sucedido con el sacrificio del perro.

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De algo estoy segura: si alguna persona en Liberia, Sierra Leona, Guinea e incluso en España, emite un llamado solicitando ayuda como el que hizo Javier Limón para salvar a Excalibur, la movilización será contundente. Pero es necesario que se tome la iniciativa que además, tendrá repercusiones logísticas importantes. No es tan fácil enviar ayuda humanitaria para África y ni siquiera la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha logrado canalizar debidamente todo el esfuerzo médico y humano para paliar la  epidemia. No se trata únicamente de recursos sino de organización de la respuesta médica y humana, que se dice fácil pero que implica una coordinación bajo la consideración de múltiples elementos, entre ellos el  alto índice de contagio del ébola que produce miedo y alejamiento. Aún así, cientos de voluntarios están hoy en África a riesgo de contagiarse y morir. Por otra parte, aunque no sea masivo y público, sí creo que mucha gente está pendiente de lo que sucede en África y por ejemplo, la foto de Patrick Poopel  con su certificado de que ha superado el ébola bajo el brazo, rodó de manera masiva por internet, llevando esperanza y alegría a mucha gente. A quienes se preguntan dónde estaban las movilizaciones y cartas cuando Patrick estaba enfermo, les respondo: ¿Qué se podía hacer por Patrick mientras estaba enfermo? ¿Alguien amenazó con matarlo antes de tener un diagnóstico? ¿Por qué el deseo de proteger a un perro parece que me inhabilita para ser solidario con Patrick y los miles de niños y niñas que hoy sufren la enfermedad en África?

Quienes resienten la movilización por Excálibur pueden optar por el autoservicio y ser ellos quienes promuevan desde sus sillones, concentraciones, recolectas y HT en apoyo a quienes sufren por la epidemia de ébola en África. También pueden hacer misivas solicitando una respuesta más efectiva a la OMS.  Pero antes de eso, sería ideal que se propusieran superar esa actitud en la que el señalamiento del otro para culpabilizarlo por algo que deja de hacer mientras hace otra cosa, opera como salvamento. Parece que por eso resulta tan tentador disparar cuestionamientos desde el teclado, sin analizar mucho. No se trata de que Excalibur haya merecido más atención que la tuvo Patrick durante su padecimieto, se trata de que todas las causas que conduzcan al bien de alguien en la humanidad sea humano o sea perro, tienen cabida y no son excluyentes unas de otras, sino complementarias. Excalibur, le debe su nombre a una espada a la que se le atribuían propiedades extraordinarias: seamos cada uno de nosotros con nuestros actos, extraordinarios en alguna medida  y no dejemos la espada clavada en la piedra de la crítica.

 

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