En Venezuela nos hemos venido acostumbrando a la muerte.
Muertos los fines de semana de los que no se sabe nada oficialmente. Muertos en enfrentamientos que no lo son. Muertos por robo, por enfermedades que tienen cura o por falta de medicamentos. Muertos porque le pusieron mala cara, muerte de celebridades y de familiares de alguien.
Tenemos también un montón de excusas para la muerte: “quien le manda a salir así”, o “quien le manda a salir a esa hora” o “con ese carro”.
En Venezuela un muerto puede ser un “muñeco” o simplemente alguien que ingresó a las estadísticas del fin de semana. Entre un juguete y un número frío.
La muerte ronda entre los más jóvenes y más pobres que no se mueren de viejos. Sino por balas pérdidas o enfrentadas.
La crónica roja solo sorprende cuando es más violenta todavía.
Y nadie le pone un parado. Los políticos no pasan del discurso retórico o de soluciones que no lo son.
Naturalizamos la muerte artificial. La que debería ser la excepción.
Y los que no somos políticos simplemente nos acostumbramos. Nos acostumbramos a la muerte, a encerrarnos en casa, a mejor no salir, a quedarnos callados en un silencio lleno de miedo.
Tenemos que desacostumbrarnos a la muerte, debemos romper el silencio. Recuperar los espacios y volver a celebrar la vida.
Latest posts by Editorial (see all)
- Editorial: Desacostumbrarnos a la muerte - 20 octubre, 2014
- Un país para todos - 4 agosto, 2014
- Manchetazo del primero de agosto de 2014 - 1 agosto, 2014