Vertederos: acumulación desordenada de burocracia, culpas y oportunidades

Leyes, acuerdos internacionales y estudios quedan igualmente amontonados que las toneladas de basura que producimos en el país cada día, mientras los señalamientos políticos sobre el tema ignoran el incumplimiento de la legislación, la falta de infraestructura e incentivos a una industria que podría transformar los residuos en empleo, energía y reactivación industrial.

La acumulación de basura en las calles, avenidas y aceras de nuestras ciudades siempre ha tenido una fuerte connotación política. Y así lo ha sido también en nuestro continente y el mundo entero. Gustavo Petro, alcalde mayor de Bogotá, pasó en 2013 por una serie de confrontaciones legales que incluso lo alejaron un tiempo de su cargo y devuelto por la máxima autoridad judicial de Colombia, acusado de no cumplir un deber municipal inalienable: recolectar la basura y disponerla correctamente. En Italia, la mafia ha logrado presionar a las autoridades de varias ciudades al sabotear este servicio público, dejando podredumbre en cada esquina. Recientemente en Venezuela, se ha ventilado una diatriba política sobre la basura que va desde Petare en Miranda hasta El Limón en Aragua, pasando por Maracaibo.

Pero también las gobernaciones afrontan demandas ciudadanas por fallas en la recolección como los vertederos en el mar de Vargas, el desmantelamiento de plantas de clasificación de residuos en Nueva Esparta, y el fin de la vida útil de La Guásima en Carabobo, pero que ha hecho chocar con anterioridad a alcaldes oficialistas en Caracas y costó la candidatura a reelección de varios burgomaestres.

Por parte del Estado, es responsabilidad del Ministerio de Ecosocialismo, Vivienda y Hábitat -anteriormente Ministerio de Ambiente- velar por las políticas públicas en el manejo de los desechos sólidos de manera adecuada con la construcción de rellenos sanitarios que sustituyeran a los vertederos a cielo abierto. Para el 2009 se contabilizaba 270 vertederos de basura a cielo abierto y para el 2012 culminó 51 rellenos sanitarios.

También las oportunidades en materia de Ecología Industrial, Minería Urbana, reciclaje y recuperación de materias primas, así como mejora del servicio de aseo urbano, son descartadas y desperdiciadas. A pesar del trabajo de ONGs como EcoClick!, las propuestas de expertos como Hernán Papaterra e incluso la Conferencia Nacional de Ecologistas y Ambientalistas de Venezuela (Coneave), para discutir a favor del ecosocialismo, más de 400 vertederos de basura se encuentran abiertos, los niveles de reciclaje en el país siguen siendo muy bajos y las denuncias de contaminación de los mantos friáticos siguen sin escucharse.

En Venezuela, un choque entre alcaldes, autoridades regionales, ministerios e incluso concejales ha dejado una madeja de confrontación que sigue sin resolver las causas propias del uso de los vertederos: la falta de clasificación de residuos desde el origen para su reciclaje y disposición final adecuada.

Historia de basura y política

En 1988, Venezuela firmó un Acuerdo de Cooperación Internacional con JICA, la oficina de Cooperación Internacional de Japón para enviar profesionales a aprender de Desarrollo Sustentable. Fue un poco después que el gobierno de Venezuela, presidido por Jaime Lusinchi, negó la posibilidad de otorgarle la concesión de recolección, tratamiento y disposición final a los nipones, que presuntamente se la llevarían para la industria de la construcción. En lugar de vendérsela, íbamos a aprender a aprovecharla localmente.

Vertedero zulia

Once años después, al inicio del primer gobierno del presidente Hugo Chávez se difundió el viaje de nuevos becarios que viajarían para aprender sobre clasificación, gestión y reciclaje de residuos sólidos. En 2006, en el marco del envío anual de profesionales, JICA abrió una oficina en Caracas, e iniciaron asesorías que tuvieron que ver con distintos aspectos de la infraestructura del país, incluyendo la red de ferrocarriles. Al día de hoy, los egresados se han organizado en el país para brindar charlas de asesoramiento.

En diciembre de 2007, el alcalde del municipio Libertador, Freddy Bernal, daba un paso más en su frontal lucha contra la basura en Caracas: anunciaba nuevas maquinarias, compactadoras y papeleras para combatir la acumulación de basura en las calles, avenidas y bulevares de la capital venezolana. Entonces, el relleno sanitario La Bonanza -con una concesión brindada a Cotécnica- no sólo recibía las 40 mil toneladas diarias de basura de 11 municipios de la Gran Caracas, sino que tenía un programa de purificación de líquidos putrefactos (lixiviados) y producción de biogás, que al día de hoy se desperdicia, como han revelado sus autoridades. Como sucede en el municipio Sucre en el 2014, Bernal tuvo que luchar con una congelación de tarifas de aseo urbano que ya acumulaban 5 años.

Apenas tres años más tarde, en diciembre de 2010, la Asamblea Nacional aprobó la última ley de ese período legislativo antes de recibir a los nuevos diputados elegidos: la Ley de Gestión Integral de la Basura, que esencialmente prohibía la existencia de vertederos a cielo abierto, ordenaba la creación de una comisión interministerial para tratar el tema del tratamiento de los residuos sólidos y le devolvía la responsabilidad del mismo a los municipios, estableciendo además los conceptos de compostaje y lombricultura en la legislación venezolana.

Desde 2012 se impulsa una política  de saneamiento de vertederos para su confinamiento y cubrimiento con materiales permeables. En algunos casos para convertirlos en vertederos controlados o microbosques, plantando especies que viven en condiciones ambientales agresivas, con poca agua o absorbiendo metales pesados del suelo, como el eucalipto, que además tiene una gran capacidad de absorción de líquidos, lo que ayuda a la purificación del sustrato. Sin embargo, el cierre o transformación de estos espacios no ha sido compensado con el levantamiento de plantas de transferencia, de reciclaje o rellenos sanitarios, lo que hace que la basura vuelva a requerir nuevos espacios para ser dispuesta.

En el estado Aragua, el vertedero de Guayabal -que tuvo el rechazo popular por más de 20 años- cumple tres meses de prueba, después que el de Los Tanques se rellenara, sembrando cientos de árboles, aunque perdió el procedimiento porque se continuó usando ante el colapso del botadero de Palo Negro. Algo similar pasó con el terreno de Fila de Mariches, en el municipio Sucre, saneado por el MinAmbiente, y que volvió a convertirse en un vertedero que logró acumular 35 mil toneladas de basura. Los Tanques puede recordarse por el apagón nacional del 23 de septiembre de 2013, relacionado por zamuros que estarían en el mismo.

En 2013, el exministro de Ambiente, Dante Rivas Quijada, señaló que se reuniría por primera vez Consejo Nacional para la Gestión Integral de Residuos Sólidos al anunciar en junio de 2013 el Plan Nacional de Reciclaje, pero apenas un par de semanas después se concentró en su candidatura como alcalde de Porlamar, y el proyecto no tuvo seguimiento por el siguiente ministro, Miguel Rodríguez.

Montañas de oportunidades

La ONG Vitalis, presidida por Diego Díaz Martín, en su artículo Los Rellenos Sanitarios en Venezuela dice: “En opinión de algunos especialistas, un relleno sanitario “modelo” podría costar entre 40 y 80 millones de dólares para atender entre 2 y 4 mil toneladas mensuales, en un lapso de 20 años”. Así mismo, el experto asegura que la recuperación de la inversión requeriría menos de 10 años, aún con los bajos precios de venta de productos clasificados para el reciclaje.

Tetra-Pak-

Los cálculos de Martín, que dirige el postgrado en Gestión Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello, “en Venezuela existen alrededor de 400 vertederos de basura, que pudieran ser absorbidos y controlados con todas las consideraciones ambientales con unos 100 o 150 rellenos sanitarios”. Pero además detalla que cada uno de estos podría producir hasta 70 empleos directos, usando el gasto público nacional en la construcción de infraestructura, que además reactivaría un nuevo tejido industrial relacionado al reciclaje, la basura electrónica, la ecología industrial y la minería urbana. Ejemplos de estas posibilidades están reflejadas en Vitaambiente, una empresa que recolecta y transforma 250 mil bombillos ahorradores mensualmente en subproductos como vidrio, plástico y metales pesados que revenden -mientras enseñan este protocolo a Corpoelec Industrial-, así como KB de Venezuela, que recupera componentes electrónicos de artefactos electrónicos desechados, de DVD a computadoras, radios y televisores. Ambos evitando que estos desechos peligrosos se filtren al agua subterránea en los vertederos.

Bonanza desperdiciada

Un caso importante en el país es el Relleno Sanitario La Bonanza en Charallave, con los siguientes logros citados por Cotécnica: recicla 1.200 toneladas mensuales de residuos y tiene 135 empleados directos en tres turnos que operan 24 horas, 365 días al año. 30 empleos indirectos son producidos por contratistas que hacen movimientos de tierra y hay hasta 1.500 “garimpeiros” o “pepenadores”, que viven de recuperar, clasificar y vender papel, cartón, plástico y metales a distintas recicladoras.

Usando tecnología CGEA, de la empresa ONYX, en las celdas de arcilla cubiertas con material geotextil, usado para encapsular la basura, se recupera el biogás proveniente de la descomposición de los residuos orgánicos. Este es rico en metano, un gas 21 veces más contaminante que el dióxido de carbono (CO2). Este combustible actualmente se quema sin ningún valor agregado para reducir el impacto ambiental. Según revela su web, con éste tiene el potencial de producir entre 16 y 20 Megavatios de energía eléctrica, que podría atender las necesidades de unas 60 mil personas.

Actualmente, desde la empresa han asegurado que al lugar le quedan sólo 5 años de vida útil, coincidiendo con el vencimiento de su concesión que se inició en 1998 cuando el lugar era simplemente un botadero. Se calcula que entre 5 y 7 años más para usarlo de forma extendida como vertedero controlado. Evelyn Pallota, Directora de Ecología y Ambiente de Miranda advierte que no hay planes para cuando llegue la fecha. La experta, que inició su vida como servidora pública en la alcaldía de Baruta, y ha adelantado proyectos comunitarios para la protección de la biodiversidad y la potabilización del agua, calculó que en 2010, los “pepenadores” podrían ganar hasta 6 millones de bolívares diarios mediante la clasificación y venta de residuos, sin valor agregado.

Mediante capacitación, se podrá combatir el desempleo, el consumo de agua y combustible, así como la falta de saneamiento ambiental. Por otra parte, desde 2007 los vecinos de Las Mayas han pedido resolver la situación de la planta de transferencia, convertido en botadero, que además de dar trabajo local, eliminaría los malos olores y enfermedades que afectan a 7.500 familias entre Turmerito y esta comunidad. El consejo comunal señaló en su momento que la falta de respuestas se deben al usufructo que significa para funcionarios públicos, desde concejales hasta la oficina de Servicios Municipales, la contratación de camiones para llevar basura a los vertederos: “hasta un millón de bolívares por viaje”.

Rafael Schwartz, gerente de operaciones de Cotécnica, rechazó en 2013 la acusación del alcalde de Baruta, Gerardo Blyde, que señalaba los problemas de recolección de la basura en problemas técnicos en La Bonanza. Señaló que llegan unos 500 camiones diariamente que permanecen cada uno entre 20 a 30 minutos descargando en el terreno que ocupa 180 hectáreas.

Reciclaje bajísimo

Según la ONG Vitalis, sólo entre el 10% o 20% de la basura se reciclaría en el país de las 19 mil toneladas que producimos diariamente. Pero en inicios de 2014, Martín señaló que apenas llegamos al 9%. Según la ONG Tierra Viva, cada venezolano produce en promedio medio kilo de residuos cada 24 horas y usa 150 bolsas plásticas al año. Éstas últimas representando uno de los problemas más graves en los vertederos, al ser emisores de dioxinas y ferinas, no biodegradarse en más de 50 siglos, y ser especialmente tóxico para aves y peces que terminan consumiéndolo.

El precio y peso son determinantes en los índices de recuperación de los distintos materiales. En el país se recicla alrededor del 95% del aluminio, 90% de hierro, 25% de vidrio, 1% de materia orgánica, 20% de papel y cartón, y alrededor del 2% en plásticos. Sin embargo, los precios no son competitivos según ha podido señalar la ONG.

Según la Asociación para la Defensa del Ambiente y de la Naturaleza (ADAN), lo más rentable en el país es vender aluminio (Bs.15 por kilo), así como papel y cartón -Bs. 1,70 7y 1,30 respectivamente, de acuerdo a los precios al segundo trimestres de 2014. Sobre los metales, siguen la tendencia observada por el Panel Internacional de Recursos, que reza que la diversidad en la composición de materiales como el plástico -con miles de combinaciones- y el vidrio -que sólo puede fundirse en colores separados-, hace más difícil el avance de la recuperación de los componentes originales. Vitalis ha calculado que se puede triplicar la recuperación de vidrio y plásticos, pero con compostaje se podría elevar el de orgánica -especialmente residuos alimenticios- en 1000%.

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Lixiviados peligrosos

Leslie Garboza era una maestra normalista cuando visitó el Pentágono en la década de los 80 como parte de un viaje de placer. Allí conoció a un astronauta que durante una cena informal le dijo que la NASA había decidido buscar posibilidades de establecer vida en el espacio exterior, tras tirar la toalla con Latinoamérica. Las reservas de agua dulce y tierras agrícolas estarían ya demasiado degradadas por la forma en que tiramos la basura en el continente. “Ustedes ni siquiera saben hacerlo, mezclan todo”. Para ella eso bastó para encontrar la pasión de su vida. Ahora, con una especialización y una maestría en gestión de desechos sólidos, ha dejado su semilla en toda Venezuela.

Asesora al Ministerio de Turismo en gestión de residuos en las playas del país, investigó el vertedero de San Vicente en Maracay, donde encontró que 10 hectáreas del mismo están sumergidas en el Lago de Valencia y que tan sólo a 500 centímetros están las aguas subterráneas que nutren los distintos ríos del centro del país. Creó junto al Ministerio de Ciencia y Tecnología, un programa de educación ambiental que se aplica en todas las escuelas de la parroquia Pedro José Ovalles del municipio Girardot de Aragua, La Ruta Ambiental con la Fundación para el Desarrollo Ambiental Comunitario, y todas las viviendas de la Urbanización Girardot, Barrio 12 de Febrero y Portillito en Maracay. “Para no tener que usar el vertedero de San Vicente, donde perfectamente se puede instalar este sistema con las personas que están allí, dándole vida a los galpones sin uso en la zona industrial. El problema en Venezuela es una falta total de voluntad política porque hay un negoción con recoger la basura, pero no para procesarla”.

Garboza se entrevistó personalmente con el presidente Hugo Chávez y con Rafael Ramírez, cuenta, para presentar su proyecto de una planta alemana que transforma toda la basura peligrosa: biológica, hospitalaria, tecnológica, química, en vapor de agua y cenizas, y que costaría solamente 10 millones de dólares. “Eso evitaría que todos esos elementos que quedan en los vertederos, por la acción de los elementos, se diluyan en lixiviados que llegan a nuestra agua y llegan en forma de metales pesados a nuestro aire”. La profesora está dejando un legado, ayudó a conformar la Asociación Nacional de Recicladores, una red de líderes comunitarios que puedan crecer al margen de las decisiones burocráticas y los tiempos electorales.

Incumplimiento acumulado

Ante este panorama, las ONGs ambientalistas siguen llamando la atención sobre la falta de voluntad política y la insuficiencia técnica para resolver el problema donde se pierden oportunidades socioeconómicas y ecológicas. A pesar de algunos esfuerzos de parte de supermercados y empresas privadas por apoyar iniciativas sociales, se carecen de incentivos legales -donde abunda lo punitivo- para proseguir con esta labor de forma sostenible: los precios son aún más bajos que en Cuba, según Garboza, lo que requiere subsidio del Estado, que prefiere recolectar que reciclar.

Por otro lado, las tarifas de aseo urbano, congeladas por cálculo político, hieren a alcaldes de cualquier color, quienes además enfrentan el dilema de obtener esos ingresos que cobran otros entes, incluso cuando no se presta el servicio o lo hace otro ente, como sucede en la Urbanización Girardot en Maracay, o en los municipios mirandinos con recolecta de Ecoclick!. Y finalmente, se postergan soluciones a problemas de mil caras: desempleo, subempleo, contaminación del agua y del aire, descentralización y transferencia de competencias en pro de acuerdos poco honestos sobre licitaciones públicas. Y la basura se sigue acumulando.

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