¿Qué es la polarización?

Una pregunta frecuente que nos han hecho durante este año de aguda conflictividad política es: ¿Realmente existe la polarización?  Para responder esta cuestión, se necesita primero definir qué se entiende por polarización.

Desde la perspectiva de las ciencias política, diversos autores como Giovani Sartori y Robert Dahl han estudiado el fenómeno en otras sociedades y lo han caracterizado. El primero de estos autores indica que, aquellas sociedades donde no es posible el consenso entre los partidos o las tendencias políticas y hay baja legitimidad del gobierno, son perfectas para el florecimiento de la polarización. De igual manera, Sartori señala que la polarización suele plantearse en términos que reducen las opciones existentes a ideologías: izquierda y derecha; además de  propiciar entre los liderazgos de los polos  comportamientos que son antisistema, es decir acciones que se fundamentan en desligitimar las acciones del otro y no en reconocer sus aportes al sistema; en  mantener el “juego” desleal y no establecer consensos para el gobierno en base acuerdos y pactos sociales.

Por su parte, Robert Dahl le adjudica 3 características básicas a la polarización, expresada ésta  en interpretaciones duales de la sociedad y la política:

  1. Dualismo Político: división de la población en grupos que se distinguen por su ideología, pautas electorales e identificación partidaria
  2. Dualismo Socioeconómico: se expresa y se hace énfasis en la idea de que existe una diferenciación entre los polos o tendencias  basada en clase social.
  3. Dualismo Psicológico o afectivo: se expresa de manera abierta su hostililidad hacia otro grupo poblacional, con manifestaciones de desprecio, insultos y descalificaciones.

¿Esto existe en Venezuela?  Lo vemos claramente y  continuación ofrecemos algunos ejemplos:

Si nos guiamos por los planteamientos de Sartori, tenemos que existe la ausencia de consenso entre las dos principales tendencias política. De hecho, el pasado mes de abril 2014, en un contexto de amplia conflictividad, el Gobierno convocó a la Oposición a una Mesa de Diálogo, lo cual se convirtió en un acontecimiento de mucha trascendencia que incluso fue televisado simultáneamente por la mayoría de las televisoras nacionales, por su anomalía dentro del sistema de relacionamiento que mantienen las principales fuerzas políticas de Venezuela. Lo corriente, en el marco de la democracia, es que el diálogo y el consenso sean tipologías de relacionamiento frecuentes, por lo necesarias que son para la estabilidad y la gobernabilidad. Pero en Venezuela, no es así. No aún.

De igual manera,  en la Asamblea Nacional, espacio de diálogo natural de toda sociedad, se han suscitado enfrentamientos violentos entre diputados del gobierno y la oposición, que han llegado a causarse lesiones físicas.  La misma situación se ha presentado con periodistas o artistas que han manifestado  públicamente sus preferencias políticas y que han sido golpeados o abucheados en sitios públicos.

Por otra parte, existe una  aparente división de los polos políticos de Venezuela en Derecha e Izquierda (y no sabemos qué tan profunda es realmente esta categorización desde el punto de vista ideológico), siendo la “Derecha” los grupos opositores y la “Izquierda” el gobierno nacional. De hecho, el discurso dominante en la principal televisora nacional, Venezolana de Televisión, es aquél que se refiere a los opositores, sean estos líderes o personas comunes, como “la derecha”. De igual manera, en las redes sociales muchas personas de tendencia opositora se declaran como enemigos de la “izquierda” y hacen chistes y descalificaciones al respecto. Estas conductas opositoras se han visto claramente influenciadas por la estrecha relación del gobierno venezolano con la República de Cuba que en su constitución se define como un Estado Socialista, dirigido por el Partido Comunista de Cuba que a su vez se define como marxista-leninista  siendo un ente “que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”. Esto mismo forma parte de lo que Dahl considera el Dualismo Político, el cual además se expresa claramente en la ventaja del actual Presidente de la República sobre el otro candidato más votado en las últimas elecciones: apenas 223.599 votos de diferencia, lo cual habla de una identificación partidaria agrupada en dos grandes tendencias políticas.

Las manifestaciones de dualismo socioeconómico y psicológico- afectivo las podemos ver en expresiones populares que sugieren que la clase media y alta está en el sector opositor y por ende, la clase baja milita a favor del Gobierno Nacional. De igual forma, las expresiones comunes, pancartas e incluso declaraciones de algunos líderes nacionales demuestran el dualismo psicológico- afectivo a través de descalificaciones como “Chuky, Escuálido, Sifrinito” para el sector opositor y “Enchufado, Chabestia, Marginal” para el sector gubernamental.

Finalmente, en una consulta realizada por el movimiento Reconocernos () donde se recibieron 111 anécdotas relacionadas con la polarización, se constató que muchas familias, comunidades y vínculos sociales se han visto afectados por la polarización. Nuestra participación en el espacio público (plazas, zonas de las ciudades, instancias públicas, etc), nuestras percepciones y la relación con los otros está intervenida: los ciudadanos venezolanos tienen una  necesidad de determinarse políticamente a todo evento. Y eso sucede tanto en la esfera de lo público como a nivel privado.

¿Qué consecuencias trae eso? Fragmentación social, imposibilidad de acuerdos, prejuicios en la aproximación a los otros y en general, un impedimento para el diálogo y la convivencia ciudadana.

El reto es enorme. Lo primero es reconocer que existe la Polarización y que la misma ha estado afectando nuestras relaciones sociales y políticas. Luego de identificar el problema, se trata de plantear estrategias para su abordaje: entender que ningún proyecto de país será posible excluyendo a una parte de la población. Que los consensos y la paz social son requeridos para avanzar como país y como sociedad y que, son los ciudadanos y ciudadanas organizados y exigiendo respeto a los líderes, quienes pueden apuntalar el proceso de  despolarización política para darle paso a un entorno plural, democrático, inclusivo y respetuoso de la diferencia.

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