Omnia Politicum: ¡Desenchúfate!

Un candidato presidencial es experto eléctrico. Habla de enchufes y enchufados a diestra y siniestra, hasta el cansancio, sin advertir que este discurso ya no le hace crecer políticamente.

Vía www.prensalibre.com

El error está en varios factores, entre otros porque él mismo, cuándo era un recién egresado de la carrera de derecho, de una prestigiosa universidad privada, también hizo uso del enchufe y se fue a trabajar directamente, gracias a el cargo de elección popular de un primo suyo en el extinto Congreso Nacional, como redactor de leyes. Un cargo para el cual a cualquier abogado se le exigiría, por lo menos, tener el postgrado en derecho constitucional. Luego logró que el Comité de Organización Política Electoral Independiente, lo postulara en su lista por Maracaibo, lo que le granjeó la elección al mismo órgano legislativo en 1998.

No hizo carrera ni de político ni de abogado, y sin embargo ahí estaba, para lograr la vicepresidencia del Poder Legislativo. ¿Se puede exigir y criticar lo que se practica de manera activa? Quizá no esté tan claro, pero lo cierto es que la resultante es un doble discurso que tarde o temprano terminará siendo criticado por seguidores y adversarios.

Pero hay otra razón, que es mucho más fuerte. El ciudadano está exigiendo deslastrar el ataque colectivo del discurso político. Es una exigencia común: los seguidores de cada tendencia política piden moverse desde la diatriba, mayormente ideológica, hacia la efectividad práctica. Para decirlo en concreto, no más enfrentamientos y señalamientos, es la hora de actuar y resolver.

Resolverse la vida, para decirlo en venezolano,  y por sobre todas las cosas, exigir las resolución de los problemas materiales e inmateriales, personales y comunales, es también por definición un acto político: Omnia Politicum.

Para lograrlo hay que desenchufarse. Hay que desconectarse de las diferencias, de la intolerancia, de la incomunicación, del odio y entender que sólo con el otro, con el que no piensa igual, con el que no quiere movilizarse, con el que solo quiere trabajar, es que se logrará la sinergia perfecta para saltar la ineficiencia de las autoridades (del color que sean) y se podrá hacer la presión necesaria para lograr la resolución de los problemas.

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Hay que deslastrarse del pensamiento único que dice que solo nosotros somos el cambio, o solo nosotros somos la revolución. Para comprender y convivir con el otro, hay que sobrepasar el susurro de odio, de intolerancia. Así lo han entendido diferentes colectivos y grupos organizados. Sólo como ejemplo, las asociaciones de ciclistas urbanos, quienes tienen un espacio en El Cambur, a lo interno son diferentes, variopintos, de múltiples pensamientos y visiones, pero activados en torno a lograr cada vez más poder para hacer cambios con el tema de la circulación en bicicleta por las ciudades venezolanas.

En conclusión, el vecino no es el enemigo por su pensamiento político, por su participación política, por su ideología. Au contraire, es un potencial aliado con el cual se podrá lograr establecer verdaderos espacios de poder para la comunidad ¡Solo así, habrá un cambio en el Ominia Politicum!

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